Y LE DIERON LA ESPALDA A DIOS
Mateo 10. 14 “Si en alguna casa o pueblo no quieren recibirlos ni escucharlos, salgan de ese lugar y sacúdanse el polvo de los pies en señal de rechazo.15 Les aseguro que, en el día del juicio final, ese pueblo será más castigado que las ciudades de Sodoma y Gomorra.
A las 9:20 pm. del 13 de Noviembre de 1985, después de meses de dar señales de una creciente actividad, el volcán Nevado del Ruiz, de los Andes colombianos, entró en erupción. El intenso calor hizo que la nieve acumulada en la cima se derritiera, y millones de metros cúbicos de agua bajaran por las montañas. A las 11.20 PM, la avalancha inició la entrada a la ciudad, con una fuerza arrolladora, arrastrando casas, vehículos, árboles y todo a su paso. A las 13.30 PM el alcalde de Armero, Ramón Rodríguez, llamó por teléfono a la Defensa Civil, informando, desesperado, que su casa se estaba llenando de agua, momento en que la comunicación se cortó. Eso fue lo último que se supo de él. Las aguas formaron un gran alud de barro y ceniza volcánica, que sepultó el pueblo de Armero, 23.000 de sus 25.000 habitantes murieron sepultados. Fue, y sigue siendo, la peor y más mortífera erupción de la historia de Colombia, y de todo el Hemisferio Occidental.
En el año 1987 en Bogota, Colombia, conocí a un predicador que estuvo en Armero ocho días antes de la avalancha y nos relató la siguiente historia: Hermanos, quiero decirles que durante los últimos 15 días antes de la avalancha de Armero estuvimos dos siervos de Dios predicando el evangelio, yo estuve los últimos 8 días y otra pastora la primera semana. Era increíble ver como la gente se burlaba de nosotros, rechazaban el evangelio, aun los niños se reían cuando predicábamos, era un burla total. Cuando hacíamos el llamado al arrepentimiento para que Dios les perdonara sus pecados, nadie lo hacía, nadie quiso acercarse Dios, nos decían: váyanse de aquí y se burlaban. Era increíble ver tanto rechazo a la Palabra de Dios.
Dios en su misericordia les dio la oportunidad de arrepentirse a los habitantes de Armero y volver sus corazones a El, pero no lo quisieron hacer, antes le dieron la espalda. Dios es omnisciente, El conoce el futuro y sabía lo que venía y les estaba extendiendo sus brazos de amor para que al menos uno, arrepentido pudiera detener el juicio que venía sobre esa ciudad. Armero se caracterizaba por vivir en pecado de gran inmoralidad.
Después de una catástrofe nos preguntamos ¿Cómo pudo Dios permitir que esto sucediera? ¿Cómo permite que miles de personas mueran en pocos minutos? La Biblia dice que no hay maldición sin causa, no hay juicio, no hay castigo de Dios sin pecado de los hombres.
Creo que Dios está profundamente triste por este suceso y el terremoto de Haití, pero por años le estamos diciendo a Dios; no te queremos aquí, no queremos que nos prediquen, no queremos mensajes de arrepentimiento, mejor buscamos adorar otros dioses.
¿Cómo podemos esperar que Dios nos de su bendición y su protección, cuando le hemos dicho que nos deje estar solos? No queremos leer su Palabra donde encontramos sus mandamientos y podamos así educar para el bien a nuestros niños; y después de ver nuestros hijos en la inmoralidad, en el robo, irrespetando a sus padres, etc, nos preguntamos: ¿por qué ellos no tienen conciencia y no saben distinguir entre el bien y el mal y no les preocupa obedecer sus autoridades, matar un desconocido o a ellos mismos? O les decimos: no olvides el condón, y así patrocinamos la inmoralidad, sin importarnos lo que ellos hagan en privado.
Estamos viviendo en una sociedad que promueve por cine, radio y TV, lo profano, el aborto, el homosexualismo, el sexo ilícito. Graban música que estimula la violencia, las drogas, los suicidios y la adoración al diablo y cuando viene una catástrofe, buscamos culpable fuera de nosotros y el primero es Dios. Es curioso, como decía Anne Graham, la hija de Billy Graham: “como la gente simplemente manda a Dios a la basura y luego se pregunta: ¿por qué el mundo está en proceso de destrucción?”.
Está escrito: Volveos a mí y yo el Señor me volveré a vosotros con bendición.