SEÑOR, SALVAME QUE ME HUNDO
Mateo 14:30 pero al sentir la violencia del viento, el miedo se apoderó de él y empezó a hundirse, por lo cual se puso a gritar: ¡Señor, sálvame!
Antes de que David fuera rey de Israel, fue perseguido por muchos años por el rey Saúl para matarlo, Saúl tenia envidia de David porque la gente lo reconocía como un gran guerrero. En esta ocasión tan difícil para David, este escribió cómo se sentía interiormente por la persecución del rey Saúl.
“Hubo una vez en que la muerte quiso atraparme entre sus lazos; fui arrastrado por una corriente que todo lo destruía. Me vi atrapado por la muerte; me vi al borde de la tumba. Lleno de angustia llamé a mi Dios, y él me escuchó desde su templo; mi oración llegó hasta sus oídos! Extendiendo su mano desde lo alto, tomó la mía y me sacó del mar profundo. Me libró de mi enemigo poderoso, de aquellos que me odiaban y eran más fuertes que yo. En el día de mi desgracia me salieron al encuentro, pero mi apoyo fue el Señor. Me sacó a un amplio espacio; me libró porque se agradó de mí.
¿Qué sentía David?: angustia, temor, hundido en el mar, así como estuvo una vez el apóstol Pedro que al hundirse se puso a gritar: Señor, sálvame.
¿Estás así hoy? ¿Te sientes angustiado, derrotado, ves todo perdido? Todos hemos vivido días en que no vemos el sol, lo contrario, nos vemos en un túnel sin luz, un camino sin salida, otros en un desierto sin fin, días sin esperanza y hasta sentimos los pasos de la muerte esperándonos.
Hoy necesitamos que el Señor extienda su mano y nos saque de las muchas aguas, que nos de una mano para salir adelante en las situaciones difíciles que estamos atravesando. Oremos:
Padre: hoy te llamo en mi angustia y sé que me escucharás desde tu templo, que mi oración llegue a tus oídos, extiende tu mano y sácame de las muchas aguas, líbrame de mi poderoso enemigo, de aquellos que me odian y son más fuertes que yo. Tú eres mi apoyo en este día. Tú dices que a la gente humilde le concedes la victoria, y que a los orgullosos los haces salir derrotados. Mi humillo hoy delante de ti, porque tú alumbras mi vida; tú iluminas mi oscuridad. Con tu ayuda venceré al enemigo y podré derribar obstáculos. Pido tú protección. Trae de regreso a casa a mi conyugue, a mi hijo (a), confío en ti en este día, tu no me dejarás avergonzado(a), espero tu respuesta. Amen