ORACION QUE TRAE VICTORIA
Una historia real de una victoria lograda con pocos soldados, con un líder determinado, valiente, lleno de fe y hombre que demostró que la oración eficaz logra grandes victorias.
Cuando Judea y Jerusalén fueron invadidos en el año 175 antes del Mesías por Antíoco IV Epifanes, el hijo de Antíoco III, profanó el templo sagrado de los judíos, sacrifico cerdos a nombre de sus dioses, y adoro al dios Zeus de los Griegos.
Miles de soldados vinieron para matar al pueblo de Israel, porque no querían someterse al rey pagano, y un soldado lleno de temor le dijo a Yahudáh Macabeo, el líder hebreo que se había levantado en contra del rey Antíoco para combatirlo:
—¿Cómo podremos luchar, siendo tan pocos, contra un ejército tan numeroso y fuerte? (diez mil soldados israelitas contra cuarenta y siete mil griegos) y desde ayer estamos sin comer, y ya no tenemos fuerzas.
Pero Yahudáh Macabeo le dio palabras de aliento y le respondió:
—Es fácil que una gran multitud caiga en poder de unos pocos, pues para YAHWEH lo mismo es dar la victoria con muchos que con pocos. En una batalla, la victoria no depende del número de los soldados, sino de la fuerza que YAHWEH da. Ellos vienen contra nosotros, llenos de orgullo y de impiedad, a matarnos a nosotros, a nuestras mujeres y a nuestros hijos, y a robarnos lo que tenemos. Nosotros, en cambio, luchamos por nuestras propias vidas y por nuestras costumbres. Así que no les tengan miedo, pues YAHWEH los hará pedazos ante nuestros ojos.
Entonces Macabeo y su gente clamaron al Elohim de Israel:
YAHWEH: “¿Qué vamos a hacer con estos hombres? ¿A dónde los llevaremos? Tu Templo ha sido pisoteado y profanado; tus kohanim están de luto y humillados. Mira cómo se han reunido los Goyim para exterminarnos. Tú conoces los planes que tienen contra nosotros. ¿Cómo podremos hacerles frente, si Tú no nos ayudas?” En seguida tocaron los shofar y levantaron un gran griterío y dijeron: ¡Pero que se haga lo que YAHWEH quiera! ”
Entonces Yahudáh Macabeo les dio ánimo a sus hombres: “No tengan miedo al ver tanta gente, ni se dejen dominar por el pánico cuando ellos los ataquen. Acuérdense de cómo se salvaron nuestros padres en el Mar Rojo, cuando el Faraón con su ejército los perseguía. Clamemos ahora a YAHWEH para que nos favorezca, para que se acuerde del Pacto que hizo con nuestros padres, y haga pedazos a este ejército que está hoy ante nuestra vista. Así sabrán todas las naciones que hay uno que libra y salva a Yisra’el. ”
Y Macabeo oró nuevamente y dijo:
“Bendito eres Tú, salvador de Yisra’el, que deshiciste el ataque del gigante Golyiat por mano de tu siervo David y entregaste el ejército de los Plishtim en manos de Yehonatan, el hijo de Shaúl, y de su paje de armas. De la misma manera, entrega este ejército en manos de tu pueblo Yisra’el, ellos, con todo su poder y sus caballos, queden en ridículo. Llénalos de terror, destruye el orgullo que les da su fuerza, y que queden derrotados sin poder levantarse. Derríbalos con la espada de los que te aman, para que todos los que te conocen te canten himnos de alabanza.”
Así pues, trabaron batalla, y como cinco mil soldados del ejército de Lisias cayeron en la lucha con los Yisraelim. Al ver Lisias la derrota de su ejército y la intrepidez de Yahudáh y sus soldados, que estaban dispuestos a vivir o a morir con valentía, se retiro de la batalla.
Este fue el resultado de esa oración y la determinación de combatir a pesar de la diferencia de soldados. Macabeo y sus soldados vencieron a los griegos y retomaron el Templo y a Jerusalén.
Oremos: Padre, danos favor en este día, contra nuestros enemigos, levántate a favor de nosotros y danos victoria en todas las áreas de nuestra vida, para que todos te conozcan y te alaben, en el nombre de Yeshúa, amen
Pastor Ricardo Chaparro
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