NO LES TENGAS MIEDO
Deuteronomio 20:1-4 »Si al salir ustedes a combatir a sus enemigos ven que ellos cuentan con caballería y carros de guerra, y con un ejército más numeroso que el de ustedes, no les tengan miedo, pues ustedes cuentan con el Señor su Dios, que los sacó de Egipto. 2 Y cuando llegue la hora de la batalla, el sacerdote se dirigirá al ejército3 y dirá: “Escuchen, israelitas, hoy van a luchar contra sus enemigos. No se desanimen ni tengan miedo; no tiemblen ni se asusten, 4 porque el Señor su Dios está con ustedes; él luchará contra los enemigos de ustedes y les dará la victoria.”
La palabra batalla está 115 veces en la Biblia y muchos sienten miedo con solo oír esa palabra, pero debemos aprender a enfrentarlas. ¿Qué clase de batallas tenemos?
Hay batallas personales, el apóstol Pablo dijo al final de su vida: “He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe” (2 Timoteo 4.7)
Hay batallas de fe, que debemos afrontar cara a cara con la misma fe, eso le decía el apóstol Pablo a su discípulo Timoteo: “Pelea la buena batalla de la fe, echa mano de la vida eterna” (1 Timoteo 6.12)
Hay batallas que se arrecian: En ocasiones vemos que nuestras batallas diarias se tornan más difíciles: “Y arreciando la batalla contra Saúl, le alcanzaron los flecheros, y fue herido por los flecheros. (1 Crónicas 10.3)
Hay batallas que nos entrenan para fortalecernos: El rey David dijo un día: Tu eres quien adiestra mis manos para la batalla, De manera que se doble el arco de bronce con mis brazos. (2 Samuel 22.35)
Hay batallas contra enemigos más fuertes que nosotros que pueden ser vencidos: Me libró de poderoso enemigo, Y de los que me aborrecían, aunque eran más fuertes que yo. (2 Samuel 22.18)
Hay batallas que se llevan a seres amados: Y Absalón, a quien habíamos ungido sobre nosotros, ha muerto en la batalla (2 Samuel 19.10)
Hay batallas que revelan la cobardía del corazón: Y entró el pueblo aquel día en la ciudad escondidamente, como suele entrar a escondidas el pueblo avergonzado que ha huido de labatalla. (2 Samuel 19.3)
Hay batallas que son planeadas por enemigos que quieren destruir nuestra vida: Y escribió en la carta, diciendo: Poned a Urías al frente, en lo más recio de la batalla, y retiraos de él, para que sea herido y muera. (2 Samuel 11.15)
Hay batallas que solo son ganadas por la decisión de fe de alguna persona que le cree a Dios: El rey David le dijo a Goliat: Y sabrá toda esta congregación que Adonai no salva con espada y con lanza; porque de Adonai es la batalla, y él os entregará en nuestras manos.
Si, de nuestro Dios son las batallas. Que hoy podamos hacer la siguiente oración que hizo el rey David a Dios, cuando fue librado de poderosos enemigos, oremos:
Señor, mi Dios,
tú mantienes mi lámpara encendida;
¡tú eres la luz de mis tinieblas!
30 ¡Con tu ayuda, mi Dios,
puedo vencer ejércitos y derribar murallas!
31 »El camino de Dios es perfecto;
la palabra del Señor, acrisolada;
Dios es el escudo de los que en él confían.
32 ¡Aparte del Señor, no hay otro Dios!
¡Aparte de nuestro Dios, no hay otra Roca!
33 Dios es quien me infunde fuerzas;
Dios es quien endereza mi camino;
34 Dios es quien me aligera los pies,
y me hace correr como un venado.
Dios es quien me afirma en las alturas;
35 Dios adiestra mis manos para el combate,
y me da fuerzas para tensar el arco de bronce.
36 »Tú me diste el escudo de tu salvación,
y con tu bondad me engrandeciste.
37 Me pusiste sobre un terreno espacioso,
para que mis pies no resbalaran.
38 Así pude perseguir y alcanzar a mis adversarios,
¡y no volví hasta haberlos exterminado!
39 Los herí, y ya no se levantaron;
¡quedaron tendidos debajo de mis pies!
40 »Tú me infundiste fuerzas para la batalla,
para vencer y humillar a mis adversarios.
41 Tú los hiciste ponerse en retirada,
y así acabé con los que me odiaban.
42 Clamaron a ti, Señor, pero no los atendiste;
¡no hubo nadie que los ayudara!
43 Los hice polvo, los deshice como a terrones;
¡los pisoteé como al lodo en las calles!
44 »Tú me salvaste de conflictos militares,
me pusiste a cargo de naciones.
Gente que yo no conocí antes,
ahora me sirve.
45 Esos que no me conocían
tratarán de halagarme.
46 Tendrán temor de mí.
Saldrán de sus escondites temblando de miedo.
47 »¡El SEÑOR vive! ¡Bendita sea mi roca!
Alabado sea Dios mi Salvador.
48 Dios castiga a mis enemigos
y los pone bajo mi control.
49 Él me salva de mi enemigo,
me ayuda a vencer a los que me atacan.
Me salva del cruel enemigo.
50 Por eso alabo al SEÑOR
y adoro su nombre en todas partes.
51 Él le da la victoria a David, su rey elegido.
A él y a sus descendientes
les muestra siempre toda su bondad».
(2 Samuel 22.29-43)