NO ES EN VANO

devocional diario

1 Corintios 15:58 Así que, hermanos míos amados, estad firmes y constantes, creciendo en la obra del Señor siempre, sabiendo que vuestro trabajo en el Señor no es en vano.

Cuántas veces hemos pensado: “lo que he hecho de nada ha servido, nadie lo tiene en cuenta, estoy perdiendo el tiempo, mejor es dejar de hacer esto y dejarlo. Yo pensaba así antes, pero la vida me ha enseñado que todo lo que hacemos trae fruto, así no lo veamos con nuestros ojos. Mire este testimonio.

Un soldado que regresó de la guerra contaba de la gracia de Dios que había en él. Poco antes de caer herido, los oficiales del regimiento lo invitaron a una cena de honor de un soldado que había pasado por toda la guerra, y que había hecho varios actos de heroísmo sin recibir recompensa por ellos. Después que la cena terminó, uno de los oficiales le dijo:

No nos ha contado ningún incidente de su vida. Cuéntenos lo que considere que ha sido la experiencia más maravillosa que ha tenido durante la guerra.

Un día caminaba cerca de la trinchera, cuando vi a un joven soldado que acostado en el suelo leía atentamente un libro. Me acerqué y le pregunté qué leía: Me dijo que era la Biblia. Pero yo había leído la Biblia por varios años sin recibir ningún beneficio de ella. El soldado me dijo: escucha lo que estoy leyendo: “No se turbe vuestro corazón …en la casa de mi Padre muchas moradas hay….Voy pues a preparar lugar para vosotros” y leyó hasta el final de ese capítulo.

He leído muchas veces ese capítulo y no me ha hecho ningún bien y le dije: deja ese libro, déjalo. El me miro y me dijo: “Si supieras lo que la Biblia significa para mi, jamás me pedirías que la dejara” Y mientras me hablaba su rostro le resplandecía. Jamás había visto algo semejante y creo que nunca volveré a ver algo así. Me dejó deslumbrado. No podía mirarlo, de modo que di media vuelta y me alejé.

Poco después cayó una bomba cerca del lugar donde habíamos estado juntos. Cuando se hubo disipado el humo y el polvo fui a ver si aquel joven soldado estaba bien. Lo hallé herido de muerte, con la Biblia en el bolsillo de su camisa. “Aquí está”, dijo sacándola para pasármela. Les aseguro que lo más maravilloso que experimenté en la guerra fue la luz que vi en el rostro de aquel joven soldado. Y aun, puedo decir que su Salvador es mi Salvador ahora.

Pasemos la Biblia a alguna persona, ella puede encontrar el Salvador que nosotros conocemos.

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