LA HUMILDAD TRAE BENDICION
1 Pedro 5:6 Humillaos, pues, bajo la poderosa mano de Dios, para que él os exalte cuando fuere tiempo.
Si la bendición de Dios nos hace humildes, vamos camino a la verdadera prosperidad.
La Biblia dice que la bendición de Dios es la que enriquece y no añade tristeza con ella. No todo lo que llega a nuestras vidas, proviene de Dios, puede venir de nuestros caprichos y deseos egoístas, de nuestros deseos de vanagloria, y orgullo.
En la historia bíblica hubo dos reyes, uno escogido por los hombres y el otro escogido por Dios. El primero el rey Saúl, nunca entendió que la obediencia lo llevaría al triunfo en su reinado, mantuvo una actitud de obstinación y desobediencia a Dios. Se dejó contaminar de un espíritu de amargura contra el rey David, que lo llevó finalmente a quitarse la vida.
Pero hubo otro rey elegido por Dios quien lo tomó de la majada de las ovejas, pues este hombre era pastor. Un joven de quince años, cantaba a Dios con su arpa y le componía versos. Humilde de espíritu, prudente en sus palabras, fuerte para la pelea; pero desde niño lo caracterizaba su obediencia a su padre. Sabía que honrar a sus padre le traería bendición, conocía muy bien el quinto mandamiento de la Ley: “Honra a tu padre y a tu madre, como el Señor tu Dios te lo ha ordenado, para que disfrutes de una larga vida y te vaya bien en la tierra que te da el Señor tu Dios” y su humildad lo llevó a ser el rey de Israel, y por su linaje vendría el Salvador del mundo.
Bajo ese linaje de bendición estamos los que hayamos creído en el Señor Jesucristo como nuestro salvador y Señor, que gran privilegio.
Está escrito: El que se exalta será humillado pero el que se humilla será exaltado.
“Si las victorias de la vida nos hacen orgullosos, estamos cerca de la caída”