EL SABIO Y EL NECIO
Proverbios 10:1 y 8 El hijo sabio alegra al padre, Pero el hijo necio es tristeza de su madre. El sabio de corazón recibirá los mandamientos; Mas el necio de labios caerá
La primera y segunda guerra mundial se iniciaron porque dos personas de autoridad de naciones del mundo dijeron: “Si”, vamos a la guerra. Solamente dos letras encendieron las dos confrontaciones militares más grandes del siglo pasado, causando miles de muertes. Un divorcio se lleva a cabo porque esposo y esposa dicen: “Si”, en su acaloramiento por no haber podido resolver los problemas que se les presentaron. Las enemistades familiares se inician también por un “Si”, no quiero nada contigo y levantamos murallas de discordia y no puentes de reconciliación.
Lo mismo pasa con nuestra lengua. Es una de las partes más pequeñas de nuestro cuerpo, pero es capaz de hacer grandes cosas. ¡Qué bosque tan grande puede quemarse por causa de un pequeño fuego! El sabio sabe callar; el tonto habla y causa problemas.
El libro de Proverbios nos habla de dos categorías de personas: el sabio o prudente y el necio o burlón.
El primero busca la sabiduría, la reconciliación, el perdón y acepta ser corregido. El segundo, el necio, rechaza la corrección, la instrucción, y no quiere perdonar.
Su carácter se puede ver en la relación con sus padres, hermanos y otras autoridades. El sabio da alegría, honra y gozo, mientras que el necio da vergüenza, desgracia y tristeza.
Por lo anterior reflexionemos en tener cuidado con lo que digamos. Midamos nuestras palabras. No hablemos mal de nadie. No reaccionemos explosivamente en ira, enojo y malas palabras. Aceptemos que todos nos equivocamos y que no somos perfectos. Hablemos sólo para edificar y fortalecer a quienes nos escuchan.
El sabio es diligente en su trabajo, sirve con alegría y busca agradar a aquellos bajo cuya dirección trabaja. Es sabio en el manejo del dinero, de su tiempo y practica la buena mayordomía, evitando ser un despilfarrador o un tacaño. NO compra lo que no necesita, no abusa con la comida y evita las bebidas embriagantes, los excesos y la conducta sexual inmoral. Es honesto en sus negocios y ayuda al necesitado.
Un árabe saluda a la gente, tocando su frente con la mano derecha, después toca su boca y después toca su corazón, queriéndole decir a la persona que saluda:
Yo pienso bien de ti, hablo bien de ti y siento bien de ti.
Practiquemos el amor hacia nuestro prójimo, y pensemos bien de él, hablemos bien de él y sintamos en nuestros corazones cosas buenas de él sin guardar resentimiento