EL AMOR, MAS QUE DECIRLO, SE DEMUESTRA
Marcos 1:30-31 Y la suegra de Simón estaba acostada con fiebre; y en seguida le hablaron de ella. Entonces él se acercó, y la tomó de la mano y la levantó; e inmediatamente le dejó la fiebre, y ella les servía
Caminaba su padre con su hijo pequeño por las calles de la ciudad, cuando encuentran a un hombre joven tirado en la calle, estaba solo y tenia convulsiones de epilepsia. El padre del niño se acerca y pone en la boca del joven, un pañuelo para que no se lastimara, este continúa convulsionando fuertemente y el padre ora junto al joven y este inmediatamente deja de convulsionar y queda dormido. Golpean frente a la casa donde han encontrado al joven, sale una señora y reconoce que el joven que está en el suelo es su hijo.
Gracias señor, dice la mujer, muchas gracias. Ella sale con su esposo y ayudamos a levantar a su hijo y entraron en casa agradecidos.
Después de salir de allí, el padre le dice a su pequeño niño: ves lo que hace la oración, pero sobre todo el amor al prójimo es lo que debemos demostrar, así como la historia de la Biblia que hemos leído, del buen samaritano que recogió a un hombre herido en la calle, y lo sano. ¿Lo recuerdas? si papá.
El mejor testimonio de vida para nuestros hijos es el ejemplo de amor que les damos a diario en nuestra forma de actuar frente a las situaciones de la vida en la calle, en la casa, cuando manejamos, cuando estamos pasando por enfermedades, cuando vamos al supermercado, cuando una anciana necesita ayuda, cuando mamá necesitan ayuda o consuelo, cuando un hijo está con sentimiento de soledad, de abandono. En nuestras conversaciones, en el trabajo, en fin, en todo lugar.
El amor debemos practicarlo primero con los de nuestra propia familia. El amor, más que decirlo, se demuestra.
¿Cómo demostraríamos hoy el amor a nuestros seres queridos?