DIOS ACUERDATE DE MI
Ella (Ana) con amargura de alma oró al Señor, y lloró abundantemente. E hizo voto, diciendo: Yahvé de los ejércitos, si te dignares mirar a la aflicción de tu sierva, y te acordares de mí, y no te olvidares de tu sierva, sino que dieres a tu sierva un hijo varón, yo lo dedicaré a Yahvé todos los días de su vida, y no pasará navaja sobre su cabeza. (1 Samuel 1.10-11)
El Señor de los ejércitos en hebreo es “Yahvé Sabaoth” y quiere decir “Dios del Universo”, “Señor de los ejércitos del cielo”, este título se le atribuye por primera vez a Dios en la Biblia en este pasaje y lo hizo Ana, una mujer estéril que anhelaba tener un hijo y ella buscó en oración al Dios de Israel. Ana conocía a su Dios y le había sido fiel toda la vida. La fidelidad de Ana era evidente porque cada año subía a Silo con su esposo para adorar a Dios.
De ahí la oración de Ana dirigía al Dios todopoderoso, a la autoridad más grande del universo, ella sabía a quién le estaba dirigiendo su oración y le pidió “acuérdate de mí y no te olvides de tu sierva”
Ana le estaba diciendo a Dios que él se había olvidado de ella y su petición que había hecho por años. ¿Cuántos nos hemos sentido como Ana, porque hemos orado por años y no vemos la respuesta? Pero el Señor dice en Isaías 45 15-16: “yo nunca me olvidare de ti”
¿Por qué Dios le contestó con tan grande bendición, al darle el hijo, que de adulto se convirtió en profeta sobre Israel?
La oración de Ana fue diferente, lo pidió para dos cosas que normalmente no pedimos:
Mi hijo será dedicado a ti Señor toda la vida y prometo que no pasará navaja por su cabeza
¿Por qué Ana pidió estas dos cosas? Ana conocía la situación espiritual de Israel y creo que Ana quería en el fondo de su corazón que Dios actuara en Israel, porque Israel había degradado espiritualmente y también moral y políticamente. El templo había sido profanado y el sacerdocio era corrompido e inmoral y ese hijo guiaría a su pueblo hacia Dios. Ana amaba al Señor y sus propósitos eternos. Cuando amamos los propósitos eternos de Dios, llamamos la atención de Dios a nuestras oraciones, y Ana lo logró, llamó la atención de Dios.
Ana hizo un voto con Dios y dijo: prometo que jamás la navaja rozará su cabeza, es lo que se describe en Números 6.1-8 sobre el voto nazareo, la persona debería dejarse crecer el pelo significando que su vida era consagrada a su Dios, era una señal sobre su cabeza (Números 6.7) de que era apartado para el servicio del Señor y buscar la santidad.
Este deseo de Ana provocó que Dios le prestara atención, ella logró que su deseo fuera el de Dios mismo. Dios deseaba un hombre dedicado a él, y eso le agradó a Dios y entonces la oración de Ana hizo que su matriz se abriera para recibir al hijo que pedía y después ella concibo tres hijos y dos hijas mas porque Dios es poderoso para hacer todas las cosas mucho más abundantemente de lo que pedimos (Efesios 3.20). Ana lloró abundantemente (1 Samuel 1.10) y Dios la bendigo abundantemente.
Es mayor la respuesta que la petición, es mayor la cosecha que la semilla.
Hoy necesitamos que Dios se acuerde de nosotros, pero como Ana, Dios quiere ver nuestra fidelidad hacia él.
Todo lo que pidamos, debe tener el sello de la honra a Dios, que le agrade a él, que busque santificar nuestras vidas y los demás, que cada petición nos lleve a ver a Dios
Si estamos pasando esterilidad espiritual, sentimental, económica o física, hoy le podamos decir al Señor de los ejércitos: Padre, acuérdate de mí, no te olvides de mi, mira mi necesidad y súplela, para que tu nombre sea honrado y todos conozcan tu gran nombre en mi vida, amen.